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El Mundo Secreto del Sonido: Descifrando Decibelios, Frecuencias y el Eco que Nos Rodea
¡Hola de nuevo, exploradores del sonido!
En nuestro artículo anterior, diferenciamos entre aislamiento y acondicionamiento acústico. Hoy, vamos a sumergirnos un poco más en la materia prima de todo esto: el sonido mismo. ¿Alguna vez te has preguntado qué hace que un sonido sea fuerte o débil, agudo o grave? ¿O por qué algunas habitaciones parecen «tragarse» el sonido mientras que otras lo hacen rebotar sin fin?
Vamos a desglosar algunos conceptos clave de la acústica de una manera sencilla. ¡No necesitas ser físico para entenderlos!
1. Sonido vs. Ruido: Una Cuestión de Perspectiva
Primero, lo básico:
Sonido: Técnicamente, es una vibración que se propaga como una onda (generalmente a través del aire, aunque también viaja por líquidos y sólidos) y que nuestro oído puede percibir. Es un fenómeno físico objetivo.
Ruido: Aquí entra la subjetividad. El ruido es, simplemente, un sonido no deseado. La música que te encanta es sonido; esa misma música a todo volumen proveniente del piso de arriba a las tres de la mañana… ¡eso es ruido! Lo que para uno es agradable, para otro puede ser molesto.
En acústica arquitectónica, trabajamos para controlar tanto los sonidos (para que se escuchen bien) como los ruidos (para minimizarlos o eliminarlos).
2. Nivel Sonoro (o Intensidad): ¿Qué Tan Fuerte Suena?
Esto es lo que comúnmente llamamos «volumen». Se refiere a la energía o presión que transporta la onda sonora. Cuanta más energía, más fuerte percibimos el sonido.
La Unidad Mágica: El Decibelio (dB)
Para medir el nivel sonoro usamos los decibelios (dB). Es una escala un poco particular porque es logarítmica, no lineal. ¿Qué significa esto en cristiano? Que un pequeño aumento en decibelios representa un gran aumento en la intensidad sonora percibida.
Por ejemplo, un aumento de diez decibelios (10 dB) generalmente se percibe ¡como el doble de volumen!
El umbral de audición humana está en cero decibelios (0 dB) (¡no significa ausencia de sonido, sino el sonido más débil que podemos oír!).
Una conversación normal está sobre los sesenta decibelios (60 dB).
El tráfico intenso puede llegar a ochenta u ochenta y cinco decibelios (80-85 dB). A partir de ochenta y cinco decibelios (85 dB), la exposición prolongada puede ser perjudicial para el oído.
Un concierto de rock o un martillo neumático pueden superar los ciento diez o ciento veinte decibelios (110-120 dB), acercándose al umbral del dolor.
3. Frecuencia: ¿Agudo o Grave? El Tono del Sonido
La frecuencia nos dice cuántas veces vibra la onda sonora por segundo. Se mide en Hercios (Hz). Nuestro oído la interpreta como el tono del sonido:
Bajas Frecuencias (pocos Hz): Sonidos graves. Piensa en el retumbar de un trueno, las notas bajas de un contrabajo o el «boom» de un bombo. Estas ondas son largas y tienen mucha energía; por eso a veces sientes más que oyes los bajos profundos, y son más difíciles de aislar (¡el típico bajo de la música del vecino!).
Altas Frecuencias (muchos Hz): Sonidos agudos. El canto de un pájaro, el silbido, las notas altas de un violín o una flauta. Estas ondas son más cortas y direccionales, y generalmente más fáciles de absorber o bloquear.
El oído humano típicamente percibe frecuencias entre veinte Hercios (20 Hz) y veinte mil Hercios (20.000 Hz). La voz humana se mueve principalmente en el rango medio.
4. Tiempo de Reverberación (TR): El Eco que Perdura
Este es un concepto clave del acondicionamiento acústico. El Tiempo de Reverberación mide cuánto tiempo permanece el sonido en una sala después de que la fuente original ha dejado de emitir. Es, básicamente, la duración del «eco» o la persistencia del sonido debido a sus múltiples reflejos en las paredes, techo y suelo.
¿Cómo se mide? Técnicamente, es el tiempo que tarda el sonido en decaer sesenta decibelios (60 dB) desde su nivel inicial. Se mide en segundos.
¿Por qué importa?
TR Muy Largo: En espacios grandes y con superficies duras (iglesias, gimnasios, algunas estaciones de metro), el sonido rebota mucho tiempo. Esto crea una «bola» sonora donde es difícil entender la palabra hablada (mala inteligibilidad) y la música suena embarrada. Puede ser agobiante en restaurantes o vestíbulos ruidosos.
TR Muy Corto: En salas muy absorbentes (como estudios de grabación o cámaras anecoicas), el sonido «muere» muy rápido. Esto es bueno para grabar, pero puede hacer que una sala de estar o una oficina se sientan «secas» o poco naturales.
TR Adecuado: El objetivo es lograr un tiempo de reverberación óptimo para el uso del espacio. Las salas de conferencias y aulas necesitan un TR corto para que se entienda bien la voz. Las salas de conciertos necesitan un TR más largo (pero controlado) para dar cuerpo y calidez a la música.
¿Para Qué Sirve Saber Todo Esto?
Entender estos conceptos nos permite diagnosticar problemas acústicos y elegir las soluciones adecuadas:
Si el problema es el nivel sonoro (demasiado ruido exterior), necesitamos aislamiento (medido en la capacidad de reducir decibelios).
Si el problema son los sonidos graves (bajas frecuencias) que atraviesan la pared, necesitamos soluciones de aislamiento específicas para esas frecuencias.
Si el problema es el eco y la mala inteligibilidad dentro de una sala, necesitamos acondicionamiento para reducir el Tiempo de Reverberación, usando materiales que absorban ciertas frecuencias.
¡El sonido tiene su propio lenguaje! Conocer estos términos básicos te ayudará a entender mejor por qué los espacios suenan como suenan y qué podemos hacer para mejorarlos.
¿Qué concepto te ha parecido más interesante o sorprendente? ¡Déjanos tu comentario!